Con esta Carta al pueblo de Dios, aprobada por todos los participantes del Sínodo sobre la sinodalidad, la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos quiere involucrar en el proceso sinodal a todo el pueblo de Dios y hacernos partícipes de la experiencia vivida por los miembros del Sínodo, en profunda comunión y sin excluir a nadie para «caminar juntos» bajo la guía del Espíritu Santo. La Iglesia necesita, para progresar en su discernimiento, escuchar a todos: a los más pobres, a los que no tienen derecho a la palabra o se sienten excluidos, a las personas víctimas del racismo o de abusos, a los laicos, mujeres y hombres, a los ministros ordenados y a los consagrados, porque todos estamos llamados a la santidad.