- Referencia:
- 83365
- Publishing house :
- PPC EDITORIAL
- Year of edition:
- 2016
- Matter
- Inner life
- ISBN:
- 978-84-288-2881-9
- Alto:
- 190mm
- Ancho:
- 120mm
- Pages :
- 288
- Binding :
- Rústica
- Collection :
- SAUCE
DESPIERTA Y ALÉGRATE
CAMINOS DE SANACIÓN INTERIOR
DOMÍNGUEZ PRIETO, XOSÉ MANUEL
1. Despierta Dormidos o despiertos Estar despiertos exige lucha y esfuerzo ¿Qué es lo que despierta a la persona? Despertar, ¿de qué? Quién debe despertar Despertar, ¿a qué? El recogimiento como vía para despertar ¿Cómo se alcanza el recogimiento?2. Escucha Hacer silencio consiste en escuchar Escuchar es atender La escucha como espera activa La escucha es vigilia, salir de la indiferencia ¿Qué podemos escuchar? Perturbaciones de la escucha3. Nuevo Nacer de nuevo ¿No tengo nada que cambiar? ¡Puedo yo solo! Cristo me ofrece poder ser yo plenamente Todo o nada Descubro que soy quien estoy llamado a ser Podemos cerrarnos a la novedad Otras actitudes erróneas que tratan de evitar la novedad Dar importancia a lo realmente importante4. Confía Confiar es estar abiertos a las sorpresas y regalos de Dios Condiciones para poder confiar Confianza: cuestión de fe5. Queda en paz Idolatría e inquietud La paz interior ¿Qué es lo que nos hace perder la paz? Actitudes psíquicas que impiden la paz interior ¿Qué hacer con estas ideas negativas?6. Humilde Qué es la humildad La humildad de María Camino de la humildad: la desdeificación7. Libre Qué es la libertad Cómo se ejerce la libertad La libertad de Dominio de los propios impulsos La libertad para8. Pobre ¿Aferrarme a lo «mío»? La pobreza como virtud de no aferrarme a nada Palabras duras frente al afán de riqueza Pobreza material y pobreza espiritual Sobriedad Exigencias de la pobreza9. Sana Sanado de mi inmadurez Qué vías de sanación propone Cristo10. Comunidad Cristiano desde la comunidad ¿Pertenecer a la Iglesia? ¿Aceptar las «reglas» de la Iglesia? La clave última de la obediencia del creyente11. Ecce Diálogo entre Dios y el hombre Ecce como disponibilidad Aceptar o rechazar la llamada12. Fiat No intención Aceptación La respuesta a la misión es el fiat El fiat supone vivir de acuerdo con la propia verdad La «esclerocardía» Nueva concepción de la verdad desde el fiat Fiat: un acto de fe Mi fiat afecta al mundo entero13. Missio Elegidos La llamada es envío Misión como fertilidad. Propuesta evangélica Dos modos de vivir la misión: apostolé y hypostolé Lógica interna de la misión: las bienaventuranzas Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,3) Bienaventurados los mansos (sufridos), porque poseerán la tierra (Mt 5,4) Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados (Mt 5,5) Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mt 5,6) Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5,7) Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mt 5,8) Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mt 5,9) Bienaventurados los perseguidos por razón de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo (Mt 5,10-12)14. Magnificat (I) Proclama la grandeza Alabanza Agradecimiento Agradecemos el don donándonos Proclama mi alma El Señor15. Magnificat (II) Mi espíritu Alegría En Dios, mi salvador Divinización o deificación
«¿Dónde estás, Adán?». Esta es la primera pregunta de Dios en el Génesis. Y es también la pregunta que resuena en cada uno de nuestros corazones una y otra vez. ¿Dónde estás respecto de quien estás llamado a ser? ¿Qué estás haciendo de tu vida? Y junto a esta pregunta se puede sentir una invitación: «Vuelve a mí». «Yo estoy a la puerta y llamo; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20). Casi es una súplica de Dios a ti y a mí: «Volved a mí de todo corazón» (Jl 2,12). Pero quizá no oigo ni la pregunta, ni la llamada, ni la invitación. No porque Dios se oculte, sino porque no escucho. Ahora bien, si me concedo un tiempo de silencio, si aprendo a prestar atención, quizá descubra que soy visitado, que soy invitado, que Dios sigue a mi puerta, esperando.