El hombre, con palabras de Zubiri, «no tiene, consiste en religión», o sea, es religión, religación respecto de lo divino. Lo que uno tienepuede perderlo. Lo que se es, no se deja de serlo mientras se es oexiste. De ahí la universalidad del sentido religioso. De ahí quequien no acepta la religión tradicional se incorporará a otra, tal vez a una secta de signo religioso, mágico o ideológico, inclusoelaborará su propia religión alternativa, aunque profese no serreligioso, creyente. Aunque el ideal sea la unidad, la experienciapersonal, confirmada por la historia, nos dice que ha habido, hay yseguramente habrá no una, sino muchas religiones. Aparte de otrasrazones, basta una obvia, a saber, la infinitud divina y la finitudhumana o el alcance recortado de la mente humana, incapaz -por sussolas fuerzas- de conocer lo divino a no ser por analogía. Launiversalidad de lo religioso y su pluralismo, puesto de actualidadvibrante en nuestro tiempo y al alcance experiencial de todos (mediosde comunicación social, migraciones, turismo, etc.), justifican lainclusión de esta Historia de las religiones en la serie Manuales d