Todos los humanos somos herederos, nos hallamos inscritos en una comunidad de memoria cultural. El elemento religioso de la nuestra procede del cristianismo.
Pertenecemos a esta «comunidad de memoria». Aunque nadie puede borrar de un plumazo las herencias positivas o negativas del mundo de sus predecesores, vivimos una dinámica más o menos deseada de desenraizamiento, en especial de la herencia religiosa. No quería que nuestros nietos (todos somos nietos) perdieran algo que ni siquiera pudieron aceptar o rechazar porque no lo llegaron a conocer.
«¿Cómo creerán en aquel de quien no oyeron hablar? ¿Y cómo van a oír su mensaje si nadie lo proclama?»
Carta de Pablo de Tarso a los cristianos de Roma 10,14.
(Año 55 d.C.)
La