En Queridos yihadistas., Muray se dirige, poco después del 11 de septiembre de 2001, a los autores de los atentados del Trade World Center. Queridos yihadistas: Cabalgando en vuestros elefantes de hierro y fuego, habéis entrado con furia en nuestra tienda de porcelana. Pero es una tienda de porcelana cuyos propietarios, desde hace mucho tiempo, se propusieron hacer añicos todo lo que había allí atesorado. Es más, sobreviven sólo para eso. Vosotros los habéis perturbado. Sois los primeros demoledores que atacan a los destructores; los primeros bárbaros que la toman con los vándalos; los primeros incendiarios que compiten con los pirómanos. Esta situación es original. Pero, a diferencia de las nuestras, vuestras demoliciones se efectúan en total ilegalidad y así se atraen una repulsa casi unánime. Mientras que nosotros ponemos a punto nuestras tortuosas innovaciones entre el entusiasmo general y la felicidad más pimpante.Y venceremos. Evidentemente. Porque nosotros somos los más muertos.