La pretensión de este libro es hacer fácil lo que es difícil, poder saborear con toda su profundidad lo que San Juan de la Cruz transmite con sus obras: la pasión del hombre por encontrar en Dios el «amigo fiel» que le acompaña en su peregrinar. El esfuerzo, que el lector agradecerá, será descubrir que el vehículo, que fue la lengua de su tiempo, que potenció a extremos insospechados, era capaz de transportar la belleza tan sublime que nos descubría la inmensidad del misterio del encuentro del hombre con Dios. No fue útil para su tiempo sino es fecundo para nuestro tiempo. Podríamos resumir el intento de esta obra, a mi parecer con éxito, no solo descubrir y admirar la cultura que crea con esta literatura nuestro santo, que en fin de cuentas es el medio, sino el camino que traza con ella para poder alcanzar la máxima unión con Dios. Es obra literaria pero a la vez religiosa.