A fin de lograr que un libro pase a esa clase de existencia donde las lecturas acaban siendo encuentros, deberíamos tratar de reflejar no sólo el hondón mismo del alma del autor, en este caso Anna Duart, sino comunicar el yo pasando al nosotros. Ojalá que estas páginas de amor les sirva de tanta delectación como al autor mismo le produjo su escritura. Así que adelante: El amor no puede callar.