Sacar lo de dentro, con sinceridad. Los ecos que la existencia le evoca y despierta. Convicciones, deseos, anhelos, conflictos, pobrezas. Lo bueno y lo no tan bueno. El ser humano, con lo que percibe, siente, vive, goza y sufre. Con sus logros y derrotas, con sus anhelos y esperanzas. Y también, con sus miedos y bloqueos. Poner ante Dios, fundamento de su ser, de la manera más bella posible, su realidad finita y pobre, que canta el golpeo de la realidad sobre su alma.