Asistimos actualmente, dentro del ámbito de la teología moral católica, a una contraposición frecuente entre una moral de la conciencia, la libertad, la responsabilidad y la creatividad, y una moral «pasiva», en la que priman la autoridad, la obediencia y la norma, siendo mayoritaria la postura que afirma que la conciencia es la norma suprema, infalible, que debe ser seguida siempre, aun en el caso de que esté en contraposición con la autoridad del Magisterio.
El objetivo del presente libro es rehabilitar, tomando pie en la «vía antropológica», el paradigma de la conciencia moral, abierta a la verdad sobre el bien de la persona, como condición primera que posibilita el diálogo entre los hombres y el encuentro entre la razón y la fe. Además del «postulado de sentido» -esa confianza fundamental en la vida presente en todo hombre- y del anhelo de infinitud -un deseo de felicidad al que queramos o no tendemos-, en la experiencia moral humana existe de modo implícito un camino a una referencia a la trascendencia, una voz que nos llama, la «voz de la conciencia», que es inmanente en cada hombre.