- Referencia:
- 19690
- Editorial:
- SAL TERRAE
- Año de edición:
- 1990
- ISBN:
- 978-84-293-0879-2
- Alto:
- 230mm
- Ancho:
- 160mm
- Páginas:
- 40
- Encuadernación:
- Bolsillo
- Colección:
- CUAD. AQUI Y AHORA
010 - EL DIOS DE LA FRATERNIDAD
JOAQUÍN GARCÍA ROCA
Desde la cabecera del sistema del que somos tributarios se nos educó para las emociones del agonismo, de la confrontación , de la emulación y de la preponderancia: otros tantos mitos que gobiernan la mentalidad actual y debilitan profundamente la experiencia de fraternidad. La ofensiva neoconservadora pretende que nos olvidemos del futuro,, porque el neoconservadurismo es incapaz de pensarlo y de quererlo como un futuro para todos y no quiere asumir ningún compromiso para intentar que lo sea. Son ídolos, pues, a los que hay que dar muerte.
A la luz de Jesús, su Iglesia habrá de ser un pueblo de conjurados para la fraternidad, con los pobres y al servicio de los pobres, fiel al mundo presente y al que ha de venir. Así mostrará que conoce y vive al Dios verdadero, garante de la vida de los débiles. El acceso al Dios mayor y trascendente se produce al contacto con el Dios menor escondido en los pequeños y empobrecidos de cualquier tipo. Sin gracia y sin el Espíritu de amor no es posible la fraternidad.
Los cristianos hemos de recuperar tras experiencias que deberían definir nuestras tareas: hacer de nuestra Iglesia un universo moral de acompañamiento, un territorio de los "últimos" ( en el que se pone coto y curación a sus procesos de empobrecimiento) y un universo simbólico de felicidad (en el que se muestre la autenticidad humana, se reciban ánimos y se sienta la seducción por un mundo nuevo).
Diversos modos de actuación son posibles: el estructural, el samaritano-paliativo y el automarginativo, para identificarse y acompañar desde dentro a los hundidos. A partir de ellos se inicia y se lleva adelante otra historia, otra prática y otro discurso. Cada persona y cada grupo discernirá su propio modo. Los tres se complementan, y el desafío actual consiste en articularlos en un proyecto común en el que la causa de los pobres sea la causa de todos.