Al ver a tantos chicos y chicas perder la fe en el mismo despertar de la adolescencia, muchos padres se preguntan qué pueden hacer ellos para que sus hijos no se vean arrastrados inadvertidamente en idéntica dirección. Otras veces son los propios hijos quienes observan con inquietud ese fenómeno a su alrededor, y ven que su fe no es firme, y que quizá en su cabeza rondan aún bastantes preguntas en tomo a la fe que están sin suficiente respuesta.