La esperanza es el sentimiento más humano. A ella nos aferramos durante la vida e incluso en el umbral de la eternidad. Pero la esperanza sin confianza no es nada y el fundamento de esa confianza es Dios, que nos ama, nos guía y nos acompaña por su sendero luminoso. Solo caminando por este sendero de la esperanza, la fe y el amor podremos llegar a la serenidad, la paz y la alegría necesarias para salvarnos y construir un mundo mejor.