Todos debemos dar razón de nuestras increencias y creencias, en la medida en que ello sea posible. Existen infinitos modos de ser religiosos o de no serlo, y ello tiene mucho que ver con la propia historia personal, psicológica, social e incluso religiosa. Aunque las grandes religiones siguen vigentes, se observa una fatiga institucional que tiende a sustituirlas por movimientos religiosos desestructurados. Por lo demás, las personas espirituales pero no religiosas parecen ser más propensas a cualquier trastorno neurótico de ansiedad / depresión que sus contrapartes religiosas.